
La semana pasada, un día cualquiera, se dirigía este joven en paro que os escribe a la panadería de la esquina a comprar el pan. Que por cierto, jamás entenderé porque el 90% de las panaderías de este país están en una esquina, pero eso ya es otro tema. La panadería a la que suelo ir da la casualidad que está dentro de un establecimiento de Caprabo (ningún rabo, en castellano). Pues este día, justo en la entrada del establecimiento había una persona: un hombre joven, muy bien vestido y con cara de querer venderme algo. Cuando me acercaba a la entrada del citado comercio, ya me imaginaba que este hombre me quería vender algo, pero no podía saber el que. Así que llego al lugar y el tipo me suelta “¿está pensando en comprarse un piso?” Evidentemente le digo que “no”, sigo caminando hacia la panadería y ya está. Este hecho a priori insignificante, me provoca varias reflexiones.
¿Los jóvenes pensamos en comprarnos un piso? Sí. ¿Podemos? No!
No sé si me vio la cara de tener dinero o algo. Al fin y al cabo la culpa no es suya, ese es su trabajo. Porque esa es otra. Además del precio desorbitado y exagerado de la vivienda, tampoco hay trabajo. Todas las empresas se van fuera del país, y el único trabajo que hay para los jóvenes es hacer de comercial. Trabajo que un servidor prefiere no hacer, debido a mi idiosincrasia.
Por ejemplo, mírenme a mi, que no encuentro trabajo minimamente estable. Este lunes estaré trabajando haciendo un inventario en el Decathlon de Terrassa, de las 22h. hasta las 6h. (turno de noche), en otra puñetera ETT.
El viernes pasado estuve en una concentración en mi localidad contra una cena bastante cara de
empresarios y políticos catalanes. Esta concentración, llamada
"Sopar del Pobre", fue convocada para protestar contra el cierre de empresas, el paro, la precariedad y los accidentes laborales y por un trabajo digno para todos. Allí pude silbar a Piqué, Carod Rovira o Artur Mas, entre otros muchos. Fue curioso que el único político que se acercó a hablar con los trabajadores despedidos que se manifestaban fuese Artur Mas, político de derechas, mientras la izquierda no. ¿Dónde está la izquierda? También curioso que el cabeza de lista de ICV en mi localidad recibiese en esa cena el Premio al Empresario del Año. Para flipar. Pero más para flipar es saber el dinero que tiene esa gente, todo lo que podría hacer y lo que realmente hace. Ya lo definían muy bien unos
señores hace más de un siglo y medio.
PD: Vale, lo siento, lo reconozco, hace días que no escribo. Prometería no volver a hacerlo, pero prefiero no hacerlo, no me gusta mentir.