30 marzo, 2006

Vinyeta

Las siete y media de la tarde, sentado en un bar lleno de recuerdos y amistades. En la mesa un vaso medio lleno de clara. Por mis oídos siento buena música mezclada con las conversaciones de la barra y las dos mesas de mí alrededor ocupadas por dos parejas. Mientras tanto, espero sólo en mi mesa a que vengan mis compañeros para una pequeña reunión. Acabo de salir del trabajo y estoy mentalmente algo cansado. Una idea me aborda mi mente ahora, desde hace algunos días, meses, años: tú.

Hace ya algunos años de mi “carta” que no recibió respuesta. Hace tiempo que no nos vemos, hace meses te marchaste a cierto país albiceleste latinoamericano. Otro sorbo de clarita, hace calor y tengo la garganta algo reseca.

Diablos, porque no te olvido? Demonios, porque no pudo ser? Porque me has dejado una huella tan profunda en mi corazón, como jamás nadie lo ha hecho?

Pero los años pasan, la vida sigue transcurriendo de forma rauda e inexorable. Nuestros caminos se separaron hace tiempo. Deseo que seas muy feliz. Y deseo que yo también lo sea, y pueda encontrar a alguien, y pueda encontrar a alguien que me llene. Esta vez si que no leerás este escrito, no nos complicaremos más la ya complicada vida.

Recibo en este instante un sms de un gran amigo. Dice: “El amor es un deseo que arranca de nuestro carácter corpóreo y que nos empuja a la alteridad no poseída, el amor implica una idealización que nos moviliza o paraliza. Inclinación y razones al final son una misma cosa... Una unidad somática.” Sabias palabras...

Mis amigos llegan tarde.