13 septiembre, 2007

Tarde en Castellarnau...

Cómo los hombres desdichados por encontrarse
con la mirada de la Gorgona Medusa,
él estaba petrificado sin poder escaparse
de él, del lugar y de su terrible duda
(y ante ella, la más tetuda)
(si burlesco chiste no os agrada,
ojalá alguien os pegue una patada)
(y sin haberlo deseado,
me ha salido un pareado)

Rodeado de dejadez, plantas y caracoles
intenta encontrarse, una vez más, en el infinito.
Allí lo encontrareis, bajo el mar de nubes
y los peces de plumas, allí, sin más, quieto.

Miedo le da darse la vuelta,
perderse y caminar,
oir coches que dan la lata,
no poder más y sollozar.

Apenas divisa las montañas y saber quiere
que hay tras ellas, pobre, que empanada.
Su triste y derrotada mirada se vuelve
Y encuentra campo y explanada.

Y más cerca todavía,
dónde de un salto llegaría,
ve las dos vías, cuatro raíles
que ven pasar a veces trenes,
breves, como el amor de una mujer,
necesitados, como el ahogar y beber.

Contento por haber llegado,
se marcha a la hora con el tren,
y si este poema os ha gustado,
mentirosos sois y que os den.